“Estoy aquí por un propósito y ese propósito es crecer como una montaña, no para reducirme al tamaño de un grano de arena. A partir de ahora voy a aplicar todos mis esfuerzos para convertirme en la montaña más alta de todas y pondré a prueba mi potencial hasta que grite por piedad.” ~ Og Mandino
En el artículo Conoce Tus Ondas Cerebrales – Presentando a Alfa, Beta, Theta, Delta y Gamma revisamos las cinco diferentes frecuencias de las ondas cerebrales y los estados de consciencia y subconscienca en que las experimentamos. Ahora vamos a ver cómo influyen en nuestro bienestar físico y mental, y las técnicas disponibles para cambiarnos entre estas frecuencias.
Cómo nos influencian las Ondas Cerebrales?
Para la mayoría de nosotros, nuestra onda cerebral dominante es Beta, ya que utilizamos esta frecuencia cuando estamos despiertos y concentrados. La onda cerebral Beta nos ayuda a funcionar durante el día y a tomar decisiones lógicas. Puedes estar en diferentes etapas de Beta en función de tus acciones, por ejemplo, si está enseñando en una clase o en una conversación seria y profunda, estarías en Beta; sin embargo, si estuvieras dando un discurso, estarías en Beta alta.
Si nos pasamos todo el día en Beta, pasando de una situación altamente enfocada a la siguiente, esto puede causar problemas, ya que estás en un estado continuo de concentración, lo que lleva a la tensión muscular, presión arterial alta, ansiedad y agotamiento. El estar en Beta por mucho tiempo no te da la oportunidad de producir las ondas alfa del cerebro que son de suma importancia.
La frecuencia Alfa se produce en una relajación profunda y estas ondas cerebrales reducen la ansiedad y el estrés, por lo tanto, operando principalmente en Beta, no sólo estamos nosotros mismos estresándonos, sino que también disminuyendo la capacidad natural de la mente para combatir el estrés y la ansiedad. Durante Alfa, estamos relajados, pero alerta, y emocionalmente nos sentimos con placer y tranquilidad.
Alfa le da a tu mente y cuerpo la oportunidad de descansar, lo que significa que es una buena oportunidad para recargar tu mente. Te da la fuerza para lidiar con el estrés. Escuchar meditaciones o audios de aprendizaje durante los estados Alfa permiten un aprendizaje más profundo y es un momento donde uno se puede topar con ideas poderosas e iluminadas.
Más allá de la conciencia y ahondando profundamente en la mente subconsciente están las ondas cerebrales Theta, que están presentes mientras que estás soñando o en una profunda meditación. Mientras operas en Theta,experimentas una mayor creatividad, inspiración, tienes visualizaciones y una conexión con la verdad y tu fortaleza interna.
Después de Theta está Delta que sólo se alcanza durante el sueño profundo. Estas ondas cerebrales no son necesarias para el funcionamiento diario, sino que te conectan más con la mente subconsciente e incluso aumenta los niveles de empatía. A pesar de esto, pasar demasiado tiempo en Delta puede hacer sentirte emocionalmente agotado y fuera de foco.
Qué Frecuencia es mejor para nosotros?
Todas las frecuencias nos proporcionan diferentes beneficios y desventajas, por lo que tener un equilibrio, como con cualquier cosa en la vida, es la respuesta a una mente y un cuerpo en sano funcionamiento. Por lo tanto, la capacidad de cambiar entre las frecuencias, aprovechando sus beneficios es una herramienta increíblemente poderosa que vale la pena aprender.
Cómo te Cambias entre Frecuencias?
Hay muchos métodos disponibles para ayudarte a cambiar de frecuencias cerebrales, incluyendo los ejercicios mentales, guías de audio y prácticas de meditación.
Ejercicios mentales: Hay algunos ejercicios rápidos que puedes hacer mientras estás en casa o en el trabajo que pueden ayudarte a sintonizar en una frecuencia particular. Con la excepción de cerrar los ojos, la mayoría de estos ejercicios de visualización se pueden hacer sin que nadie más lo sepa. Por ejemplo, para estimular las ondas alfa del cerebro, puedes detener la respiración y prestar atención a la sensación en tu corazón y eso puede inducir la relajación.
Programas de audio: Hay muchos de estos disponibles en el mercado que puede orientar a ondas cerebrales específicas. Si bien algunos de ellos pueden parecer que requieren de mucho tiempo (algunos sugieren que se escuchen durante una hora todos los días), los audios a veces tienen sonidos de lluvia calmantes y afirmaciones subliminales. Algunos de ellos incluso te dan la opción de diseñar tus propias afirmaciones una vez que pasas el primer nivel.
Este tipo de programas de audio te ponen en un estado de meditación profunda y te guían a través de las diferentes frecuencias para que puedas lograr el beneficio óptimo de cada una, además de equilibrar los lados de tu cerebro. Estos llevan tu meditación un paso más allá y por esta razón, muchas personas que los han probado los terminan adoptando como su práctica de meditación diaria.
Al aprender más sobre nuestras frecuencias cerebrales y los beneficios que tienen para la mente y el bienestar en general, tenemos una oportunidad para promover la conexión con nuestra mente consciente y subconsciente – que nos ayuda a relajarnos cuando es necesario, tener creatividad y llegar a ideas iluminadas, además de ayudarnos a lidiar con el estrés.
“Todo ser humano debe mantener viva la llama sagrada de la locura dentro de él, pero debe comportarse como una persona normal.” ~ Paulo Coelho
“La perseverancia es un gran elemento de éxito. Si sólo tocas la puerta el tiempo suficiente y lo suficientemente fuerte, es seguro que despertarás a alguien.” ~ Henry Wadsworth Longfellow
La vida en este planeta es una aventura, desde el momento en que nacemos hasta el momento en que damos nuestro último respiro. La vida es una alocada aventura que puede ser estimulante, emocionante, pacífica y amorosa. La vida es una búsqueda. La vida es una emoción. La vida es romance. La vida es diversión. La vida es todo!
Todos experimentamos cada emoción posible, y muchas veces, no nos gusta estar en el juego de la vida. Podemos tener miedo y tratar de protegernos de la crítica. Podemos escondernos, pero es posible que perdamos la maravillosa aventura que está disponible para nosotros. Todo el mundo tiene miedo de algo, pero podemos hacerlo de todos modos.
Parte de la aventura de la vida humana nos alcanza por nuestros miedos y sale más fuerte y aún más triunfante. Nadie es más valiente y aventurero que un un niño dando sus primeros pasos o un bebé luchando en su camino por el canal de parto, luchando por su primer aliento.
No puedes esconderte de la vida. La vida está aquí para que puedas vivirla a plenitud. Toma tu coraje con las manos y sal a la vida. Pide lo que quieras. Creo que te lo mereces y luego permite que la Vida te lo dé. Asegúrate de que estás dispuesto a recibir. La vida no puede darte algo si tus manos están cerradas. Abre tu mente, abre tu corazón y abre los brazos. La vida te ama y sólo quiere darte lo mejor.
Este es un buen consejo sobre el dinero.
David Bach, autor de la serie de best sellers “Finish Rich” (Termina Rico), dice que la “más importante decisión financiera que puedes hacer es pagar tus deudas. Mientras más rápido canceles tus deudas, más rápido comprarás tu libertad”.
Paga primero las deudas que tiene los intereses más altos.
David Bach pregunta: ¿quieres alquilar o ser dueño de tu propia vida? Pagar tu deuda, mientras al mismo tiempo sigues la regla de oro de pagarte a ti mismo primero, es la manera más rápida de ganar tu libertad!
“Pagarte a ti mismo primero” es una frase de uso común en las finanzas personales y la literatura de planificación de jubilación que significa tener una forma automática de apartar una cantidad de dinero con cada pago que recibes. Debido a que las contribuciones de estos ahorros se dirigen automáticamente de tu cheque de pago a tu cuenta de inversión, este proceso se dice que es “pagarte a ti mismo primero”, es decir, pagarte a ti mismo antes de comenzar a pagar tus gastos mensuales y hacer compras.
Justo como lo comentamos en el artículo “El Hombre Más Rápido Sin Piernas“, Oscar Pistorious compitió en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y se convirtió en la primera persona con doble amputación en correr en una cita olímpica.
El 4 de agosto 2012, en la carrera de 400 metros, obtuvo el segundo lugar en la primera ronda de cinco corredores, terminando con un tiempo de 45.44 segundos (su mejor tiempo de la temporada hasta ese momento). Esto le permitió clasificar en las semifinales, el 5 de agosto, donde corrió en la segunda semifinal, y terminó octavo y último con un tiempo de 46.54 segundos.
Luego, el equipo de Sudafrica compitió en los relevos 4 x 400 metros, donde Oscar hizo 45.9 segundos, pero el equipo terminó en la octava posición.
Aunque Oscar Pistorious no ganó una medalla en estas Olimpíadas, es un vivo ejemplo que el poder de la mente es infinito. Gracias a personas como él, sabemos que no tenemos limitaciones y que todo lo podemos lograr si tenemos actitud positiva y perseverancia.
Vale la pena que dediques 10 minutos a ver este video sobre la vida de Oscar Pistorious. ¡Es increíble todo lo que uno puede lograr si te lo propones!
“En el mundo real, las personas más inteligentes son las personas que cometen errores y aprenden. En la escuela, las personas más inteligentes no cometen errores.” ~ Robert Kiyosaki
“Después de convertirte en millonario, puedes regalar todo tu dinero, porque lo importante no son los millones de dólares, lo importante es la persona en la que te has convertido en el proceso de volverte millonario.” ~ Jim Rohn
Conoce Tus Ondas Cerebrales – Presentando a Alfa, Beta, Theta, Delta y Gamma
Author: Admin // Category: Superación Personal.
Es importante entender cómo tu cerebro contribuye al estado de tu mente. Mientras que la mayoría de nosotros nos centramos en mirar nuestras emociones en un intento de convertirnos en seres más felices, más espirituales, nuestras ondas cerebrales y nuestra mente subconsciente también juegan un papel clave en nuestra búsqueda de la plenitud.
En este artículo, vamos a poner atención a nuestras cinco frecuencias de ondas cerebrales y cómo afectan a nuestro estado de la mente.
¿Somos los que controlamos nuestra realidad?
Es fácil olvidar que somos los controladores de nuestra realidad y que “nuestra realidad” no se compone de influencias externas, sino que en realidad se compone de nuestros pensamientos, creencias y forma de pensar.
Por lo tanto, al aprender acerca de los estados más profundos de la conciencia, puedes abrir tu mente subconsciente y crear tu realidad a tu voluntad y con precisión. Para ello, el primer paso es la comprensión de tus diferentes frecuencias cerebrales. ¿Sabías que todos tenemos cinco (Beta, Alfa, Theta, Delta y Gamma), y cada frecuencia se mide en ciclos por segundo (Hz) y tiene su propio conjunto de características que representan a un nivel específico de la actividad cerebral y un estado único de la conciencia?
1) Ondas Beta (14-40Hz) – La Onda de la Conciencia Despierta y de Razonamiento
Las ondas beta del cerebro se asocian a la conciencia normal de vigilia y un elevado estado de alerta, lógica y razonamiento crítico.
Mientras que las ondas beta del cerebro son importantes para el funcionamiento eficaz durante todo el día, también pueden interpretarse como estrés, ansiedad e inquietud.
La voz de Beta puede ser descrita como la persistente crítica interna que se hace cada vez más fuerte. Por lo tanto, con una mayoría de adultos funcionando en Beta, es poco sorprendente que el estrés sea hoy en día el problema de salud más común.
2) Ondas Alfa (7,5-14Hz) – La Onda de Relajación Profunda
Las ondas alfa del cerebro están presentes en la relajación profunda y por lo general cuando los ojos están cerrados, cuando se está cayendo en un sueño encantador o durante la meditación de día. Es el mejor momento para programar la mente para el éxito y también aumenta tu imaginación, visualización, memoria, aprendizaje y concentración.
Es la puerta de entrada a tu mente subconsciente y se encuentra en la base de tu percepción consciente. La voz de Alfa es tu intuición, que se vuelve más clara y más profunda cuanto más se acerca a los 7,5 Hz.
El Método Silva de José Silva se basa en el poder de las ondas Alfa. Sin embargo, el Método Silva te permite lograr esa relajación profunda a través de la meditación durante una conciencia despierta.
3) Ondas Theta (4-7,5 Hz) – La Onda de la Meditación y de Dormir
Las ondas cerebrales Theta están presentes durante la meditación profunda y el sueño ligero, incluyendo el importante estado de sueño REM. Es el campo de tu subconsciente y sólo se experimenta momentaneamente mientras vas rumbo a dormirte desde el estado Alfa y mientras de despiertas de un sueño profundo (Delta).
Se dice que un sentido de profunda conexión espiritual y de unidad con el universo puede ser experimentado en Theta. Tus programas de la mente más profundamente arraigados se encuentran en Theta y es donde experimentas visualizaciones vívidas, gran inspiración, creatividad profunda e intuición excepcional. A diferencia de otras ondas cerebrales, la voz de Theta es una voz silenciosa.
Es en la frontera de las ondas Alfa-Theta, de 7 Hz a 8 Hz, donde comienza el rango óptimo para la visualización, programar la mente y utilizar el poder creativo de tu mente. Es el estado mental donde conscientemente creas tu realidad. En esta frecuencia, eres consciente de tus alrededores a pesar que tu cuerpo está en una profunda relajación.
4) Delta (0,5-4Hz) – La Onda del Sueño Profundo
La frecuencia Delta es la más baja y lenta de las frecuencias y se experimenta cuando se duerme profundamente, sin sueños, y en la meditación trascendental, donde la conciencia está completamente separada.
Delta es el campo de tu mente inconsciente, y la puerta de entrada a la mente universal y al inconsciente colectivo, donde la información recibida no está disponible en el nivel consciente.
Entre otras cosas, el sueño profundo es importante para el proceso de sanación, ya que está vinculado con la curación profunda y la regeneración. Por lo tanto, no tener suficiente sueño profundo es perjudicial para tu salud en más de un sentido.
5) Gamma (por encima de 40 Hz) – La Onda de Perspicacia
Este intervalo de frecuencias es de reciente descubrimiento y es la frecuencia más rápida por encima de 40Hz. Aunque poco se sabe acerca de este estado de ánimo, la investigación inicial muestra que las ondas gamma están asociados con ráfagas de conocimiento y de alto nivel de procesamiento de información.
Esta es la segunda parte de la historia de Louise L. Hay donde comenta cómo usando sus propios métodos de curación logró vencer el cáncer en tan solo 6 meses. Tomado del libro “Usted Puede Sanar Su Vida”:
Me fui a vanas tiendas de alimentación naturista y me compré todos los libros que encontré sobre el tema del cáncer. Acudí a la biblioteca para leer más. Trabé conocimiento con la reflexoterapia y la terapia del colon, y pensé que ambas me beneficiarían. Parecía que algo me encaminase hacia las personas adecuadas. Después de haber leído libros sobre reflexoterapia, decidí buscar a algún experto en el tema. Una noche asistí a una conferencia, y aunque generalmente me siento adelante, esa vez sentí que tenía que quedarme atrás. No había pasado ni un minuto cuando a mi lado se sentó un hombre… que casualmente era un reflexo—terapeuta y visitaba a domicilio. Durante dos meses vino a verme tres veces por semana, y me ayudó muchísimo.
Yo sabía, además, que tenía que amarme mucho más a mí misma. En mi niñez me habían expresado muy poco amor, y nadie me había enseñado que estuviera bien sentirme contenta conmigo misma. Yo había adoptado aquellas mismas actitudes de estar continuamente pinchándome y criticándome, y se habían convertido en mi segunda naturaleza.
Durante mi trabajo había llegado a darme cuenta de que no sólo estaba bien que yo misma me amara y me aprobara: era esencial. Y, sin embargo, seguía postergándolo, como se va dejando estar esa dieta que siempre vamos a empezar mañana. Pero ya no podía postergarlo más. Al principio me costaba muchísimo hacer cosas tales como ponerme frente al espejo y decirme: “Louise, te amo; de verdad que te amo”. Sin embargo, al ir persistiendo descubrí que en mi vida se daban varias situaciones en las que antes me habría censurado ásperamente, pero ahora, gracias al ejercicio del espejo, ya no lo hacía. Es decir, estaba progresando.
Entendí que tenía que liberarme de los modelos mentales de resentimiento a que me había venido aferrando desde mi infancia. Era indispensable que dejara de cultivar resentimientos.
Sí, yo había tenido una niñez muy difícil y había padecido muchos malos tratos, mentales, físicos y sexuales. Pero de eso hacía muchos años, y aquello no era excusa para la forma en que yo misma me trataba en ese momento. Estaba, literalmente, devorando mi cuerpo con un crecimiento canceroso porque no había perdonado
Ya era hora de que dejara atrás aquellos incidentes y de que empezara a entender qué experiencias podían haber llevado a mis padres a tratar de aquella manera a una niña.
Con ayuda de un buen terapeuta, expresé toda la vieja cólera acumulada, aporreando almohadones y aullando de rabia. Eso me hizo sentir más limpia. Después empecé a reunir fragmentos de los relatos que les había oído contar a mis padres sobre su propia infancia, y a tener una imagen más clara de su vida. Con creciente comprensión, y desde un punto de vista adulto, comencé a sentir compasión por su sufrimiento, y el resentimiento empezó lentamente a disolverse.
Además me busqué un buen dietista que me ayudara a purificar el cuerpo y a desintoxicarlo de toda la basura que había comido durante años. Aprendí que la mala comida se acumula en el cuerpo y lo intoxica. Y los “malos pensamientos” se acumulan y crean condiciones tóxicas en la mente. Me dieron una dieta muy estricta, con muchísimas verduras de hoja y no mucho más. Incluso me hice un tratamiento de limpieza de colon tres veces por semana, durante el primer mes.
Y aunque no me sometí a ninguna operación, como resultado de esa limpieza a fondo, tanto en lo mental como en lo físico, seis meses después del primer diagnóstico conseguí que los médicos rne confirmaran lo que ya yo sabía: ¡Que ya no tenía ni rastros de cáncer! Ahora sabía por experiencia personal que la enfermedad se puede curar si estamos dispuestos a cambiar nuestra manera de pensar, creer y actuar.
A veces, lo que parece una gran tragedia termina por ser lo mejor que nos ha pasado en la vida. Fue mucho lo que aprendí de aquella experiencia; entre otras cosas, a valorar de otra manera la vida. Empecé a tener en cuenta lo que realmente tenía importancia para mí, y finalmente me decidí a abandonar esa ciudad sin árboles que es Nueva York, y sus temperaturas extremas. Algunos de mis clientes me rogaron insistentemente que me quedara, diciéndome que “se morirían” si yo los dejaba, pero les aseguré que dos veces por año volvería a vigilar sus progresos, y les recordé que por teléfono se puede hablar con cualquier lugar del mundo. De manera que cerré el negocio y me fui tranquilamente en tren a California, decidida a hacer de Los Ángeles mi punto de partida.
Por más que hubiera nacido allí, muchos años antes, ya no conocía casi a nadie, a no ser mi madre y mi hermana, que vivían en los suburbios. Nunca habíamos sido una familia muy unida ni muy comunicativa, pero aun así, para mí fue una desagradable sorpresa saber que mi madre estaba ciega desde hacía algunos años, sin que nadie se hubiera molestado en decírmelo. Y como mi hermana estaba demasiado “ocupada” para verme, la dejé en paz y empecé a organizar mi nueva vida.
Mi libro Sane su cuerpo me abrió muchas puertas. Empecé a acudir a todas las reuniones de los movimientos de la Nueva Era de que llegaba a enterarme. Me presentaba, y en el momento apropiado les daba un ejemplar del libro. Durante los seis primeros meses fui mucho a la playa, porque sabía que cuando estuviera más ocupada me quedaría menos tiempo para esos ratos de ocio. Lentamente, fueron apareciendo los clientes. Me pidieron que hablara en distintos lugares, y las cosas empezaron a cobrar forma a medida que me iban conociendo en Los Ángeles. Un par de años después pude mudarme a una hermosa casa.
Mi nuevo estilo de vida estaba separado por un abismo de conciencia de lo que había sido mi niñez. De hecho, las cosas me iban muy bien, y yo pensaba con qué rapidez puede cambiar por completo nuestra vida.
Una noche recibí una llamada telefónica de mi hermana, la primera en dos años. Me dijo que nuestra madre, ya de noventa años, ciega y casi sorda, se había caído y se había roto la espalda. En un momento, mi madre pasaba de ser una mujer fuerte e independiente a convertirse en una niña desvalida y sufriente.
Al romperse ella la espalda, también se rompió la muralla de incomunicación que rodeaba a mi hermana. Finalmente, empezábamos a establecer contacto. Descubrí que también mi hermana tenía un problema grave en la espalda, que le molestaba para andar y para estar sentada, y que era muy doloroso. Ella lo sufría en silencio, y aunque parecía anoréxica, su marido no sabía que estuviera enferma.
Tras haber pasado un mes en el hospital, mi madre estaba en condiciones de volver a casa, pero como no podía cuidarse sola, se vino a vivir conmigo.
Por más que confiara en el proceso de la vida, yo no sabía cómo arreglármelas con todo aquello, de manera que me dirigí a Dios: “Está bien, me ocuparé de ella, pero Tú tendrás que ayudarme, y ocuparte de que no me falte dinero”.
Para las dos fue un esfuerzo de adaptación. Ella llegó un sábado, y al viernes siguiente yo tenía que ir cuatro días a San Francisco. No podía dejarla sola, pero tenía que ir. Me dirigí a Dios de nuevo: “Ocúpate Tú de esto. Antes de irme tengo que tener la persona adecuada para ayudarme”.
El jueves había “aparecido” la persona perfecta, que se mudó a casa para organizarlo todo. Era otra confirmación de una de mis creencias básicas: “Cualquier cosa que necesite saber me es revelada, y todo lo que necesito me llega de acuerdo con el correcto orden divino”.
Me di cuenta de que estaba otra vez en un momento adecuado para aprender. Se me daba una oportunidad de deshacerme de un montón de residuos de mi niñez.
Mi madre no había sido capaz de protegerme cuando yo era niña, pero ahora yo podía, y quería, cuidar de ella. Entre mi madre y mi hermana se inició para mí una nueva aventura.
Dar a mi hermana la ayuda que me pedía significó también un reto. Me enteré de que muchos años atrás, cuando yo fui a rescatar a mi madre, mi padrastro volcó su furia y su dolor sobre mi hermana, y entonces le tocó a ella soportar sus brutalidades.
Me di cuenta de que lo que había empezado siendo un problema físico estaba sumamente exagerado por el miedo y la tensión, además de la convicción de que nadie podría ayudarla. De manera que ahí estaba Louise, que no quería actuar como salvadora, pero sí dar a su hermana una oportunidad de decidirse a estar bien, a esa altura de su vida.
Lentamente se empezó a desenmarañar la madeja, y en eso seguimos. Vamos progresando paso a paso, y yo me esfuerzo por ofrecerles un clima de segundad mientras seguimos explorando diversas vías de curación alternativas.
Mi madre, por su parte, reacciona muy bien. Hace ejercicios, lo mejor que puede, cuatro veces al día, y está cada vez más fuerte y más flexible. Le encargué un audífono, y ahora se muestra más interesada en la vida. También conseguí convencerla de que se operase las cataratas de un ojo, y ¡qué júbilo fue para ella volver a ver, y para nosotras poder ver de nuevo el mundo con sus ojos! Y se siente feliz de ser nuevamente capaz de leer.
Mi madre y yo hemos empezado a encontrar tiempo para sentarnos a charlar juntas como nunca lo habíamos hecho. Entre nosotras hay un entendimiento nuevo, y hoy las dos somos más libres de reír, llorar y abrazarnos. A veces me irrita, pero sé que eso sólo significa que todavía me quedan limpiezas por hacer.
Mi trabajo sigue abriéndome horizontes. Ahora, con la ayuda de Charlie Gehrke, un gran colaborador y amigo, he abierto un centro donde se dan clases y cursos.
Y así es mi vida en el otoño de 1984.
Cualquiera que reconozca el nombre de Louise L. Hay sabe que se trata de la experta en Afirmaciones Positivas.
Lo que pocos conocen es su pasado tormentoso y cómo venció el cáncer. En su libro “Usted Puede Sanar Su Vida” ella misma narra la historia de su vida hasta 1984. La reproducimos a continuación:
«¿Quiere contarme brevemente algo de su infancia?» He aquí una pregunta que he formulado a muchísimos clientes, y no porque necesite saber todos los detalles, sino porque quiero tener una visión general de su origen. Si ahora tienen problemas, los modelos mentales que los crearon se iniciaron hace largo tiempo.
Cuando yo tenía un año y medio, mis padres decidieron divorciarse. No recuerdo que aquello fuese tan malo, pero lo que sí recuerdo con horror es el hecho de que mi madre empezara a trabajar en una casa, haciendo trabajos domésticos, y me dejara a cargo de una familia amiga. Según cuentan, me pasé tres semanas llorando sin parar, y como las personas que me cuidaban no sabían qué hacer, mi madre tuvo que venir a buscarme y disponer las cosas de otra manera. Hoy admiro de cómo consiguió salir adelante sin respaldo alguno, pero entonces lo único que sabía, y que me importaba, era que no me prestaba la afectuosa atención a que yo estaba acostumbrada.
Jamás he podido saber si mi madre amaba a mi padrastro, o si simplemente se casó con él para que ella y yo pudiéramos tener un hogar. Pero la decisión no fue acertada. Aquel hombre se había criado en Europa, en un hogar muy germánico y con mucha brutalidad, y nunca llegó a entender que hubiera otra manera de llevar adelante una familia. Mi madre volvió a quedar embarazada y después, cuando yo tenía cinco años, sobrevino la depresión de 1930 y las dos, junto con mi hermana, nos encontramos confinadas en una casa donde reinaba la violencia.
Para completar el cuadro, fue también por aquella época cuando un vecino, un viejo borracho, me violó. Todavía recuerdo con total nitidez el examen médico y el proceso, del que yo, como testigo principal, fui la estrella. Al hombre lo sentenciaron a quince años de prisión, y como a mí me repitieron insistentemente que «la culpa era mía», me pasé muchos años temiendo que cuando lo dejaran en libertad vendría a vengarse de mí por haber tenido la maldad de enviarlo a la cárcel.
La mayor parte de mi niñez la pasé aguantando malos tratos físicos y sexuales, y haciendo además los trabajos más duros. Mi imagen de mí misma se deterioró cada vez más, y no parecía que hubiera muchas cosas que me fueran bien. Por cierto, empecé a expresar esa misma pauta en el mundo exterior.
Cuando estaba en cuarto grado hubo un incidente típico de lo que era mi vida. Un día teníamos una fiesta en la escuela, y se sirvieron varios pasteles. La mayoría de los niños, salvo yo, eran de familias de clase media, de posición desahogada. Yo andaba mal vestida, con el pelo mal cortado y unos viejos zapatos negros, y olía a ajo: todos los días tenía que comer ajo crudo, «por las lombrices». En casa, jamás comíamos pasteles, porque no podíamos permitírnoslo. Había una anciana vecina que todas las semanas me daba diez centavos, y un dólar el día de mi cumpleaños y en Navidad. Los diez centavos iban a engrosar el presupuesto familiar, y con el dólar me compraban ropa interior para todo el año, en las rebajas.
Pues bien, aquel día de la fiesta en la escuela había tantos pasteles que algunos chicos de los que podían comer pastel casi todos los días se sirvieron dos o tres porciones. Cuando la maestra llegó finalmente a donde yo estaba (y naturalmente fui la última), ya no quedaba nada, ni una sola porción. Ahora veo claramente que era mi «creencia confirmada» en que yo no servía para nada y no me merecía nadalo que aquel día me puso al final de la cola y me dejó sin pastel. Ése era mi modelo mental, y ellos no hacían más que reflejar mis creencias.
A los quince años ya no pude seguir soportando los abusos sexuales y me escapé de casa y de la escuela. Encontré un trabajo como camarera que me pareció mucho más llevadero que todo lo que había tenido que aguantar en casa.
Como estaba ávida de amor y afecto, y mi autoestima no podía ser más baja, de buena gana pagaba con mi cuerpo cualquier bondad que alguien pudiera demostrarme, y apenas cumplidos los dieciséis años di a luz una niña. Sentí que era imposible quedarme con ella, pero pude encontrarle un hogar bueno y afectuoso, un matrimonio sin hijos que estaba ansioso por tener un bebé. Durante los últimos cuatro meses viví en su casa, y al ingresar en el hospital anoté a la niña a nombre de ellos.
En semejantes circunstancias, jamás disfruté de las alegrías de la maternidad; de ella sólo conocí la pérdida, la vergüenza y la culpa. Aquello fue sólo una época de humillación que había que pasar lo más pronto posible. Lo único que recuerdo de la niña son los dedos de los pies, grandes, exactamente iguales a los míos, y estoy segura de que si alguna vez nos encontrásemos, la reconocería si pudiera vérselos. La cedí cuando tenía cinco días.
Inmediatamente regresé a casa a decirle a mi madre, que seguía siendo una víctima:
-Vamos, no tienes por qué continuar soportando esto. Yo voy a sacarte de aquí.
Y se vino conmigo, dejando con su padre a mi hermanita de diez años, que siempre había sido la mimada de él.
Después de haberle ayudado a conseguir trabajo como mujer de la limpieza en un hotel pequeño, y de dejarla instalada en un apartamento donde estaba segura y cómoda, sentí que ya había cumplido con mis obligaciones y me fui con una amiga a Chicago, con la intención de estar un mes… pero no volví hasta pasados treinta años.
En aquellos primeros tiempos, la violencia de que había sido objeto en mi niñez, unida a la sensación de inutilidad e insignificancia que me había creado, atraían a mi vida hom- bres que me maltrataban e incluso me golpeaban. Podría haberme pasado el resto de mi vida execrándolos, y probablemente hoy seguiría teniendo las mismas experiencias. Sin embargo, poco a poco, gracias a mis actividades laborales positivas, mi autoestima fue en aumento y ese tipo de hombres fue desapareciendo de mi vida. Estaba abandonando mi viejo modelo mental, mi convicción inconsciente de que yo me merecía esos abusos. No se trata de que justifique su comportamiento, pero si mi modelo mental no hubiera sido aquél, ellos no se habrían sentido atraídos hacia mí. Ahora, los hombres que abusan de las mujeres ni siquiera se enteran de que yo existo; nuestros modelos mentales respectivos ya no se atraen.
Después de algunos años en Chicago, haciendo labores domésticas, me fui a Nueva York y tuve la suerte de llegar a ser modelo de alta costura. Sin embargo, ni siquiera trabajar para los grandes diseñadores me ayudó a aumentar en mucho mi autoestima; sólo me dio recursos adicionales para encontrarme defectos. Me negaba a reconocer mi propia belleza.
Durante muchos años seguí en la industria de la moda. Conocí a un caballero inglés, encantador y educado, y me casé con él. Viajamos por todo el mundo, conocimos perso- najes importantes, incluso de la realeza, y hasta llegamos a cenar en la Casa Blanca. Yo era modelo y estaba casada con un hombre maravilloso, pero mi autoestima siguió siendo baja hasta años después, cuando inicié el trabajo interior.
Un día, después de catorce años de matrimonio, él me dijo que deseaba casarse con otra, precisamente cuando yo estaba empezando a creer que las cosas buenas podían ser duraderas. Sí, fue un golpe aplastante. Pero el tiempo pasa, y sobreviví. Podía sentir cómo cambiaba mi vida, y una primavera me lo confirmó un numerólogo, diciéndome que un suceso muy pequeño cambiaría mi vida en otoño.
Tan pequeño fue que no lo conocí hasta variosmeses después. En forma totalmente casual había ido a una reunión celebrada en la Iglesia de la Ciencia Religiosa, una secta pro- testante, en Nueva York. Su mensaje era nuevo para mí, y una voz interior me dijo que le prestara atención. Así lo hice, y no sólo concurrí a los servicios dominicales, sino que empecé a ir a unas clases semanales que daban. El mundo de la belleza y de la moda estaba perdiendo interés para mí, y me preguntaba durante cuánto tiempo más podía seguir pendiente de mis medidas “corporales o de la forma de mis cejas. Tras haber abandonado la escuela secundaria sin haber estudiado jamás nada, me convertí en una estudiante ávida que devoraba todo lo que me cayera en las manos re- ferente a metafísica y sanación.
Aquella iglesia neoyorquina se convirtió en mi nuevo hogar. Aunque en términos generales mi vida no cambió, mis nuevos estudios empezaron a ocuparme cada vez más tiempo. Tres años más tarde, casi sin haberme dado cuenta, estaba en condiciones de examinarme para ser uno de los sa- nadores autorizados por mi iglesia. Pasé las pruebas y así fue como empecé, hace muchos años, mi actividad actual.
Fueron comienzos pequeños. Durante aquella época me inicié en la Meditación Trascendental. Como en mi iglesia no iban a darse aquel año los cursos de formación que me interesaban, me decidí a hacer algo más por mí misma y me anoté para estudiar seis meses en la MIL) (Maharishi’s International University), en Fairfield, lowa.
En aquel momento, era el lugar perfecto para mí. Todos los lunes por la mañana empezábamos con un tema nuevo: cosas de las que yo apenas había oído hablar, como biología, química, incluso la teoría de la relatividad. Todos los sábados por la mañana se nos hacía una prueba, el domingo era el día de descanso, y el lunes por la mañana volvíamos a empezar.
Allí no había ninguna de las distracciones tan típicas de mi vida en Nueva York. Después de la cena, todos nos íbamos a nuestras habitaciones a estudiar. Yo era la mayor de todos, y aquello me encantaba. No se permitía fumar, beber ni consumir ninguna droga, y meditábamos cuatro veces al día. Cuando me fui, en el aeropuerto, creí que iba a desmayarme por el humo de los cigarrillos.
De regreso en Nueva York, reinicié mi vida de siempre. Pronto empecé los cursos de formación de sanadores en mi iglesia, y también participé activamente en sus actividades sociales. Empecé a hablar en las reuniones de mediodía y a tener clientes, de modo que no tardé en verme embarcada en unacarrera de dedicación exclusiva. A partir del trabajo que estaba haciendo se me ocurrió la idea de escribir un pequeño volumen, Heal Your Body (Sane su cuerpo), que empezó siendo una simple lista de causas metafísicas de enfer- medades físicas. Comencé a viajar y a dar conferencias y clases.
Entonces, un día, me diagnosticaron un cáncer.
Con mis antecedentes de haber sido violada a los cinco años, y con los malos tratos que había sufrido, no era raro que el cáncer se manifestara en la zona vaginal.
Como cualquiera a quien acaban de decirle que tiene cáncer fui presa de un pánico total. Sin embargo, después de-todo mi trabajo con los clientes, yo sabía que la curación mental funcionaba, y ahí se me ofreció la ocasión de demostrármelo a mí misma. Después de todo, yo había escrito un libro sobre los modelos mentales, y sabía que el cáncer es una enfermedad originada por un profundo resentimiento, contenido durante tanto tiempo que, literalmente, va devorando el cuerpo. Y yo me había negado a disolver la cólera y el resentimiento que, desde mi niñez albergaba contra «ellos». No había tiempo que perder, tenía muchísimo trabajo por delante.
La palabra incurable, tan aterradora para tantas personas, para mí significa que esa dolencia, la que fuere, no se puede curar por medios externos, y que para encontrarle curación debemos ir hacia adentro. Si yo me hacía operar para librarme del cáncer, pero no me liberaba del modelo mental que lo había creado, los médicos no harían otra cosa que seguir cortándole pedazos a Louise hasta que ya no les quedara más Louise para cortar. Y esa idea no me gustaba.
Si me hacía operar para quitarme la formación cancerosa, y además me liberaba del modelo mental que la provocaba, el cáncer no volvería. Si el cáncer (o cualquier otra enferme- dad) vuelve, no creo que sea porque «no lo extirparon del todo», sino más bien porque el paciente no ha cambiado de mentalidad, y se limita a recrear la misma enfermedad, quizás en una parte diferente del cuerpo.
Yo creía, además, que si podía liberarme del modelo mental que había creado aquel cáncer, ni siquiera necesitaría la operación. Entonces procuré ganar tiempo, y a regaña- dientes, los médicos me concedieron tres meses más cuando dije que no tenía dinero.
Inmediatamente, asumí la responsabilidad de mi propia curación. Leí e investigué todo lo que pude encontrar sobre las maneras alternativas de colaborar en mi proceso curativo.
CONTINUARA…
“Algunas personas están en la parte superior de la escalera, algunas están en el medio, aún más están en el fondo, y muchas más ni siquiera saben que hay una escalera.” ~ Robert H. Schuller
“Las personas altamente exitosas sienten los mismos miedos, dudas y ansiedad que todo el mundo siente. Como reaccionan es lo que hace la diferencia. Cuando se encuentran con el fracaso o algo no les funciona, intentan algo diferente y continúan, no lo toman como algo personal.” ~ John Assaraf
La pasión es necesaria para lograr cualquier cosa.
¿Qué es pasión? Una combinación de un pensamiento deseado, junto con una fuerte emoción positiva que estimula los circuitos de recompensa y placer en el cerebro.
Toma un momento ahora mismo y piensa en una meta que deseas alcanzar.
Ahora enfócate en los sentimientos que se generan por ese pensamiento. En una escala de 1 a 10, indica la fuerza de ese sentimiento.
Mientras más alto sea el número, más probable será que lo alcances. Puedes utilizar este ejercicio para comparar dos metas y ver cuál es más importante en tu vida.
Creo que todo es posible.
Veo oportunidad donde otros ven lo imposible.
Puedo tomar riesgos. Estoy enfocado. Me doy prisa.
Sé que nada es poco realista.
Siento un gran amor.
Adopto mi asombro infantil y curiosidad.
Doy saltos que vuelan hacia lo desconocido.
Contribuyo a algo más grande que yo.
Creo. Aprendo. Crezco. Hago.
Creo que nunca es demasiado tarde para empezar a vivir un sueño.
SOY UN EMPRENDEDOR!
“Sin metas y planes para alcanzarlas, eres como un barco que ha zarpado sin destino.” ~ Fitzhugh Dodson
“Felices son los que sueñan sueños y están dispuestos a pagar el precio para hacerlos realidad.” ~ Leon J. Suenes
Esta es una tremenda Afirmación Positiva de Salud tomada del libro “Having It All” de John Assaraf.
“Mi cuerpo y todos sus órganos fueron creados por la inteligencia infinita de mi subconsciente. Esa inteligencia sabe cómo curarme. Su sabiduría creó todos mis órganos, tejidos, huesos y músculos. Esta presencia sanadora infinita dentro de mí está transformando cada átomo de mi ser, haciéndome completo y perfecto.”
Pronúnciala en voz alta para un mejor efecto. 🙂
Las 10 Reglas de Sam Walton para un Negocio Exitoso
Author: Admin // Category: Negocios y RiquezaEl fundador de Walmart aprendió el valor del dinero y del trabajo en equipo durante la Gran Depresión y en la Segunda Guerra Mundial. Conoce en este artículo las claves del éxito de este empresario.
Samuel Walton, fundador de la mayor cadena minorista del planeta Walmart, sabía cuál era el papel del dinero y de un buen líder en el éxito de una empresa. El patriarca de una de las familias más poderosas de la actualidad, creció en la pobreza durante la Gran Depresión y después sufrió las penurias del servicio durante la Segunda Guerra Mundial.
En su libro “Running a Successful Company: Ten Rules that Worked for Me”, Sam Walton señalaba que las carencias que vivió durante su juventud le dieron reservas de fuerza superior para ser perseverante y para conocer el auténtico valor del dinero y del trabajo en equipo.
En su obra, el empresario habla de las 10 claves que lo llevaron de ser vendedor de JC Penny a fundar en 1962, con sus ahorros y la ayuda de su suegro, una cadena de tiendas de descuento de ventas al por menor.
Te damos las 10 claves del éxito de un hombre cuyo patrimonio neto al momento de su muerte alcanzaba los 25 billones de dólares.
1. Comprométete con tu negocio: debes ser la persona que más crea en tu empresa. Walton aseguraba que venció todos y cada uno de sus errores personales gracias a la gran pasión que sentía por su compañía. Si te gusta tu trabajo, todos los días tratarás de dar lo mejor que puedas y la gente empezará a contagiarse de esa pasión por tu negocio.
2. Comparte tus beneficios con todos sus asociados y tratarlos como compañeros: si tratas bien a un socio, podrán trabajar juntos para superar las expectativas del negocio. El líder de la empresa debe ser el primero en servir y de esta manera, animar a sus socios a hacer lo mismo. Impulsa a tus socios a invertir en la compañía con promociones especiales o concede acciones para el retiro.
3. Motiva a tus socios: el dinero y la participación accionaria no son suficientes. Debes pensar constantemente en formas nuevas y más interesantes para motivar y desafiar a tus socios. Establece metas altas, estimula la competencia, lleva la cuenta. Mantén a tus trabajadores tratando de adivinar cuál será el siguiente paso de la compañía y evita ser demasiado previsible.
4. Comunica todo lo que puedas a tus socios: cuanto más sepan, más te entenderán. Entre más te comprendan, más te querrán. Una vez que la empresa les importe, no habrá quien pare su involucramiento con la compañía. Si desconfías de tus socios, ellos sabrán que realmente no los consideras compañeros. La información es poder y la ganancia se obtiene de empoderar a sus asociados.
5. Agradece todo lo que tus socios hacen por el negocios: los cheques y las acciones son una manera de comprar la lealtad, pero recuerda que a todos les gusta que se les diga lo mucho que alguien aprecia lo que hacen. Nada sustituye el poder de unas pocas y bien escogidas palabras sinceras.
6. Celebra el éxito: es importante encontrar el buen humor en los fracasos. Si tú te diviertes, el resto de tu empresa lo hará. No sólo aumenta la moral de los trabajadores, hace que la competencia no te tome demasiado enserio y te preste atención.
7. Escucha a todos en tu empresa: las personas que trabajan con tu consumidor son los únicos que verdaderamente saben cómo le está yendo a tu negocio, por lo que es indispensable darles voz y voto. Esto impulsa la responsabilidad, la lealtad y el flujo de buenas ideas.
8. Supera las expectativas de tus clientes: si lo logras, éstos volverán una y otra vez. Dales lo que quieren y un poco más y hazles saber lo mucho que los aprecias. Cuando te equivoques no ofrezcas excusas, mejor discúlpate. Walton aseguraba que las dos palabras más importantes para Walmart son “Satisfacción garantizada”.
9. Controla tus gastos mejor que la competencia: esta es una gran ventaja competitiva, pues te permite cometer muchos errores y aun así recuperarse sin que afecte al cliente. La eficiencia es la clave del éxito económico de un negocio.
10. Nada contracorriente: no sigas la sabiduría convencional, ya que si todo el mundo está haciendo las cosas de una manera, es probable que encuentres un nicho haciendo un negocio en el sentido contrario. Pero prepárate para las críticas.
FUENTE: Revista Entrepreneur