Alguna vez has deseado poder multiplicar tu dinero? La buena noticia es que Dios puede hacerlo. Después de todo El es el Maestro de la Multiplicación.
El Dr. Robert Morris es un experto en temas de prosperidad desde un punto de vista bíblico. Es pastor y fundador de la iglesia Gateway Church en Dallas, Texas. Tiene un programa televisivo (The Blessed Life) que es transmitido en más de 200 países. En el libro “Una Vida Llena de Bendiciones” hace un interesante análisis de la historia de la multiplicación de los panes por Jesús.
En el capítulo 9 del libro de Lucas encontramos la narración de esta multiplicación milagrosa, la alimentación de los cinco mil:
Pero el día comenzaba a declinar; y acercándose los doce, le dijeron: Despide a la gente, para que vayan a las aldeas y campos de alrededor, y se alojen y encuentren alimentos; porque aquí estamos en lugar desierto. Él les dijo: Dadles vosotros de comer. Y dijeron ellos: No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta multitud. Y eran como cinco mil hombres. Entonces dijo a sus discípulos: Hacedlos sentar en grupos, de cincuenta en cincuenta. Así lo hicieron, haciéndolos sentar a todos. Y tomando los cinco panes y los dos pescados, levantando los ojos al cielo, los bendijo, y los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante de la gente. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que les sobró, doce cestas de pedazos. (Lucas 9: 12-17)
Esta es una de las historias más asombrosas de la Biblia, pero realmente para entenderla vamos a modernizarla. Piensa y pretende ser uno de los discípulos. Has invitado a un orador y su nombre es Jesús y tienes la multitud más grande que haya asistido. La Biblia menciona que había cinco mil hombres, así que con sus esposas y sus hijos podía haber de quince a veinte mil personas en total. Y Jesús se para al frente, empieza a predicar, continúa predicando, después continúa predicando por más tiempo. El versículo 12 dice que “el día empezaba a declinar”. En otras palabras el servicio había durado todo el día. Es probable que a los discípulos les diera hambre y que no querían admitirlo.
Entonces se les ocurrió esta idea: “La gente tiene hambre”, probablemente tuvieron una reunión de comité. Jesús estaba en el púlpito y los discípulos se reunieron en otro lado y posiblemente dijeron algo como esto: “Qué vamos a hacer? Sigue hablando y no se detiene, yo ya tengo hambre, compadre. ¡Ah ya sé que vamos a decir! ¿Por qué no le decimos que la gente tiene hambre?”. Entonces uno de lo discípulos, imaginemos que fuiste tú el designado como líder, así que te acercas a Jesús mientras está predicando y le dices: “Disculpen todos, permítanme un momento. Discúlpame, Señor, el mensaje ha sido muy bueno, buenísimo, yo me podría quedar todo el día, por supuesto, pero nosotros estamos preocupados por la gente, estamos en un lugar desierto”. Nosotros tenemos que regresar todavía a la ciudad. Así que tenemos que terminar ya el servicio. Jesús le responde: ¡Ah con que estás preocupado por la gente! ¿Tú crees que la gente tiene hambre?
Ahora escucha lo que dijo después, es más, veamos en la Biblia lo que hizo. Mucha gente no se da cuenta de ésto. En el versículo 13 Él les dijo: Dadles vosotros de comer. Ahora imagínate esas palabras, habían aproximadamente 20 mil gentes allá afuera y le dices a Jesús: ¿Podría usted terminar el servicio por favor? Jesús se vuelve hacia tí y te dice: Bueno, “dénles ustedes de comer”. Y tienes que regresar y decírselo al comité, regresas con los discípulos y ellos te dicen: -Bueno, ¿ya va a terminar el servicio? -No. -¿Y qué dijo? -Dijo que nosotros les diéramos de comer -¡Qué! Nosotros no podemos alimentar a toda esa gente.
A esa hora había un vendedor de comida que pasaba por ahí. Y tomaron la comida de este vendedor, dos peces y cinco pedazos de pan. Eso era lo único que tenían. Así que probablemente ellos dijeron: “¿Por qué no vas a decirle a Jesús que es esto lo único que tenemos? Y entonces sí va a tener que terminar el servicio”. Así que regresas con Jesús e interrumpes nuevamente diciendo “Señor, recuerdas que tú dijiste que nosotros les diéramos de comer y hemos estado buscando por todos lados comida y apenas juntamos cinco pedazos de pan y dos peces, así que creemos que vas a tener que terminar el servicio”. Jesús te responde: “¡Ah qué bien! Entonces que se sienten en grupos de cincuenta”. -“¡Cómo! Si esto es lo único que tenemos”. -Sí. Suficiente. Entonces ahora tienes que regresar nuevamente con el comité. Después tienes que decirles a todos que se pongan en grupos.
Probablemente uno de los discípulos dijo: ¿Saben qué va a hacer? ¿Se recuerdan del Antiguo Testamento? ¿Cuando Elías alimentó a doscientos hombres con doce pedazos de pan? Yo creo que va a hacer un milagro. Creo que él va a multiplicar esto.
Ahora veamos el versículo 16, nosotros pensamos que Él oró por los panes y se multiplicaron y después los discípulos vinieron y lo repartieron, pero eso no fue lo que sucedió.
Dice que los bendijo y después los partió, luego se los regresó a los discípulos para que ellos los dieran. En ese momento no se multiplicaron. Ahora imagínate y piensa en Pedro, él le da un pedazo de pan a Jesús. Jesús lo alza al cielo y dice: “Padre bendice esto”. Después rompe el pan, lo parte en dos, y le da solamente la mitad a Pedro. Pedro se le queda viendo al pan, es más pequeño de lo que lo que había dado originalmente. Pedro probablemente dijo algo así: “¿Seguro que ya oraste Jesús por el pan? ¿No será que quieres orar un poquito más por el pan?”. Y el Señor le dice: – No, ya está bendecido. Ahora ve y repártelo-. Esto es muy importante que entendamos, el milagro no sucedió en las manos de Jesús, sucedió en las manos de los discípulos.
En la segunda parte de este post hablaremos de los dos principios para la multiplicación, para ver cómo nuestro pan y nuestros peces se multiplican.